lunes, 5 de marzo de 2012

MISCELANEA

CONCEPTO DEL TIEMPO  EN LAS DIFERENTES CULTURAS 
 Antonio Dubravcic Luksic
 Premio al Mérito Profesional 1995, medalla de oro, otorgada por el Colegio Médico de Bolivia.
 Premio al Mérito Profesional 2001, medalla de oro, otorgada por la Sociedad Boliviana de Urología
 Plaqueta de Reconocimiento “Ex Editor de la Revista del Instituto Médico Sucre”, otorgada por el Colegio Médico de Chuquisaca (Bolivia)
  
 INTRODUCCION.
 Existen diferentes maneras de acercarnos al tiempo que ya pasó. Una de ellas es a través de los recuerdos y otra es a partir de los vestigios de la actividad humana, es decir, las fuentes  históricas.
 Todos nosotros guardamos en nuestros recuerdos y en las cosas que producimos o acumulamos la memoria del tiempo. Los álbumes de fotos, las cartas, los "recuerdos" de momentos especiales, las grabaciones y todo lo que preservamos de la destrucción nos ayuda a recuperar el tiempo pasado. Sin embargo, nunca recuperaremos una imagen estática del pasado porque nuestro presente siempre determinará la forma que damos a los sucesos del tiempo que ya pasó


Para hablar del TIEMPO, consideramos oportuno remitirnos a la Biblia, cuya temática constituye el hombre, sencillamente como tal sin recurrir a adjetivos de ninguna naturaleza. "El Libro de los Libros", dice
 David Ben Gurión, “comienza con la historia del primer hombre, que no era más que eso: sencillamente hombre”. De esa manera, la Biblia puede considerarse como la tradición y la historia del planeta Tierra y de la humanidad que lo habita.



Eclesiastés 2.3, nos relata de que en este mundo todo tiene su tiempo y todo lo que hay debajo del cielo pasa en el término que se ha prescrito.
Un tiempo para nacer
y un tiempo para morir,
Un tiempo para plantar
y un tiempo para arrancar lo plantado.
Un tiempo para destruir,
y un tiempo para construir.
Un tiempo para el amor,
y un tiempo para el odio.
Un momento para callar,
y un momento para hablar...
DEFINICION DEL TIEMPO
El hombre ha buscado definir el tiempo, ha tratado de responder algunas preguntas: ¿existe en realidad?, ¿Cuál es su forma?. ¿Es constante y eterno, o bien, cambiante y efímero?

Platón:El tiempo es la imagen de la Eternidad, el tiempo es tanto una idea abstracta, como una realidad de la vida”
El tiempo es implacable porque nunca deja fluir y todo lo que existe está sometido a su efecto”. (A.Einstein)
El tictac de los relojes parece un ratón que roe el tiempo.
 Alphonse Allais (1855-1905) Escritor francés.

El tiempo es como un río que arrastra rápidamente todo lo que nace.
 Marco Aurelio  Emperador romano

¿Qué es, pues el tiempo?
Si nadie me lo pregunta, lo sé; si quiero explicarlo a quien me lo pide, no lo sé.
San Agustín  (354-439) Obispo y filósofo
El tiempo más inmediato lo medimos, lo controlamos, con el reloj y el tiempo más amplio lo medimos con el Calendario. Mientras nos deslizamos por los años, los meses, las semanas, las horas, los minutos y los segundos, raramente pensamos de dónde vienen estas cosas o por qué hemos dividido el tiempo de una forma y no de otra.
No siempre ha sido así. Durante miles de años, el esfuerzo por medir el tiempo y crear un calendario factible ha sido una de las grandes luchas de la humanidad, un enigma para los astrónomos, matemáticos, sacerdotes, reyes y todos los que han necesitado contar los días que faltan para la siguiente cosecha, calcular cuándo hay que pagar los impuestos, o determinar el momento exacto de realizar un sacrificio para calmar a un Dios colérico.
Para el hombre primitivo, el tiempo era una sucesión confusa de días y noches, no obstante de ello, advertía la existencia de fenómenos de carácter cíclico... la luna cambiaba su forma...
 El sol y la luna, establecieron con sus movimientos aparentes, puntos de referencia para medir el tiempo. Uno de los primeros instrumentos utilizados en la antigüedad fue el gnomon, una varilla clavada en el piso, cuyos cambios en su sombra determinaba el desplazamiento del sol en su ciclo diario. Es imposible determinar cuando se descubrió que el movimiento aparente del sol se ajustaba a un ciclo temporal, desde luego que este fue el primer hallazgo científico del hombre.
En este descubrimiento emplearon un punto de observación; tras comprobar que el sol no salía siempre por el mismo punto, fueron señalando por medio de estacas, la salida diaria del sol, al cabo de un tiempo, las estacas demostraron que después de 365 marcas, el sol volvía a salir por el mismo punto, ello dio origen al período de un año de 365 días. Algo similar a lo mencionado, es el monumento megalítico de Stonehenge (al sur de Inglaterra), que constituye el mayor calendario del mundo, fue construido aproximadamente 2.500 años antes de nuestra Era.

El desarrollo de la civilización motivó la adopción de unidades regulares para medir el tiempo.
 El calendario es el sistema que se utiliza para marcar el tiempo en años, meses, semanas y días, la palabra calendario deriva del latín “calendarium”, con esa designación los romanos se referían a los libros de contabilidad. Calendarium viene de Kalendae, era el primer día del mes lunar, cuando se tenía que pagar las cuentas.
La palabra almanaque proviene del árabe (al-manakh, ciclo anual), los primeros almanaques eran unos calendarios que servían para documentar fechas de fiestas religiosas. En árabe “al-manakh” significa parada en un viaje.

CONCEPTO DEL TIEMPO EN LAS DIFERENTES CULTURAS
Egipto, cuatro milenios antes de Cristo se conocía el año solar de 365 días, con 12 meses de 30 días y 5 complementarios. El inicio del año estaba determinado por la primera aparición en el amanecer de la estrella Sirius, este acontecimiento coincidía ordinariamente con la crecida del río Nilo.
Babilonia, 500 años a de C. el astrónomo Naburiano, calculó la duración de un año en trescientos sesenta y cinco días, seis horas y quince minutos. De Babilonia hemos heredado la semana de siete días, la hora de sesenta minutos, y el minuto de sesenta segundos, desde luego tenían formas ingeniosas para realizar esos cálculos, convirtiendo la sombra de las estacas en grados, minutos y segundos de ángulo, también utilizando Clepsidras o relojes de agua, datan de la antigüedad egipcia y se usaban especialmente durante la noche, cuando los relojes de sombra no servían. Las primeras clepsidras consistieron en una vasija de barro que contenía agua hasta cierta medida, con un orificio en la base de un tamaño suficiente como para asegurar la salida del líquido a una velocidad determinada y, por lo tanto, en un tiempo fijo.
Los griegos, establecieron en el año 776 a. de C. un calendario luni-solar que contaba con 12 meses de 29 y 30 días alternativamente. El filósofo griego Heráclito, afirmaba que toda la existencia constituye un flujo en movimiento: " No puedes bañarte dos veces en el mismo río, pues las aguas que fluyen sobre ti son siempre nuevas". El tiempo es representado como un río, donde todo se halla sometido a un proceso de cambio en el instante en que es percibido
Roma el año luni-solar, constaba de 10 meses lunares, los meses estaban dedicados a sus dioses: Enero, procede de Jano, el dios romano. Su símbolo era una cabeza de dos caras, mirando al Este y al Oeste (por donde sale y se pone el sol). Febrero, nace del latín februa. Refiere a los Festivales de la Purificación. Era el mes en el que los psicólogos romanos se tomaban vacaciones. Marzo, nombrado así en honor a Marte, Dios de la guerra. Abril, probablemente derive de abrire (abrir), ya que es la estación en la que empiezan a abrirse las flores. Mayo, debe su nombre a Maia, la diosa romana de la primavera y los cultivos. Las celebraciones en honor a Flora, la diosa romana de las flores, alcanzaba su punto culminante el primero de mayo. Junio, puede derivar de Juno, la diosa del matrimonio, o del nombre de un clan romano, Junius. Otros creen que nace de iuniores (jóvenes) en oposición a maiores (mayores, por mayo). Julio, era el quinto mes del calendario romano primitivo, por lo que se llamaba quintilis. En el año 44 a. C., luego del asesinato de Julio César, se lo llama Julio porque ese había sido el mes de su nacimiento. Agosto, se llama así en homenaje al primero de los emperadores romanos: Cayo Julio César Octavio Augusto. Septiembre, era el séptimo mes del calendario antiguo, por lo que se tomó su nombre de septem, siete. Octubre, durante los ocho años del emperador Riveritum se lo llamaba ¡octo!, que significa ocho. Noviembre, fue el noveno mes, en latín novem. Diciembre, es el mes más festivo del calendario gregoriano
El calendario Musulmán, tiene su origen en Hégira, marca la huida de Mahoma de la Meca a Medina en el año 622 de la era Cristiana, consta de 12 meses lunares de 29 y días alternativamente. La palabra Almanaque deriva del árabe Al-amanach o "circulo de los meses" o calendario
 China el conocimiento de la astronomía se remonta al siglo IX a. de C. lamentablemente en el año 230 a. de nuestra Era, un emperador destruyó los textos antiguos, en los pocos textos que se salvaron, aparecen descripciones como el Solsticio de Invierno.
  El calendario era lunar y el año se hallaba dividido en 12 partes, comenzaba el día del Solsticio de Invierno

Los Mayas en el tercer milenio a.C., tuvieron un desarrollo astronómico polifacético, muchas de sus observaciones han llegado hasta nuestros días, por ejemplo un eclipse lunar del 15 de febrero de 3379 a.C. Conocían con exactitud la posición de los planetas, y la periodicidad de los eclipses.
  El Calendario Maya se inicia con el día cero, de acuerdo al cómputo del tiempo correspondería al 8 de junio de 8498. El año maya comprendía 365 días.


Los Aztecas tenían dos calendarios, uno de ellos determinaba sus ceremonias religiosas. El más importante, llamado Tonalpohualli, que ha sido encontrado tallado en una gran piedra, que se conserva en el Museo Nacional de México. Consiste en la unión de una serie de veinte signos, con otra serie de 13 números, la combinación de ambas series proporciona 260 días.
La cultura Incaica (Perú y Bolivia) Los incas conocían la revolución sinódica de los planetas con admirable exactitud, las anotaciones en los quipus (cordeles con nudos).
Tupac Inca Yupanqui,  estableció los días del calendario, que consistía en un año solar de 365 Días. La observación del Sol era relacionado con el solsticio (capacraimi en diciembre e intirraimi en junio). La primera importante por las festividades de índole agrícola, concernientes a la maduración y cosecha.

CALENDARIO GREGORIANO.-
El Papa Gregorio XIII introdujo el calendario que lleva su nombre, reunió a los mejores astrónomos de la época, los cuales establecieron que en el Calendario Juliano, se presentaba un desfase de 11 días, el equinoccio de primavera caía el 11 de marzo en lugar del 21 de marzo y la Iglesia Católica enfrentaba una creciente confusión para determinar fechas como la Semana Santa. Eventualmente como resultado del Concilio de Trento (1545-1563) se encomendó al Papa hacer las reformas necesarias al calendario. 
En el mes de octubre de 1582 el Papa Gregorio XIII literalmente descontó diez días con el fin de restaurar el equinoccio de primavera a la fecha correspondiente. Al abolir 10 días, del jueves 4 de octubre que correspondía al Calendario Juliano se paso al día siguiente viernes 15 de octubre, dando origen al primer día del Calendario Gregoriano.
 Este cambio, suscitó algunas curiosidades, por ejemplo los dos exponentes más importantes de la Literatura castellana e inglesa: Don Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare murieron en la misma fecha, pero con diez días de diferencia (Inglaterra no adopto del Calendario Gregoriano hasta el año de 1752.
 Santa Teresa de Jesús murió el 4 de octubre de 1582, le dieron sepultura al día siguiente el 15 de octubre de 1582.
El Calendario Gregoriano, que es el que utilizamos actualmente, tiene un error de un día cada 3.000 años.

CONCEPTO DEL TIEMPO EN EL CRISTIANISMO
Con la consolidación del cristianismo, la noción de tiempo experimentó un importante cambio, ya que esta religión niega la posibilidad de un tiempo cíclico. La pasión, muerte y resurrección de Jesucristo son hechos únicos, irrepetibles, y dan un sentido a la existencia humana. De esta manera el tiempo es considerado fundamentalmente lineal y orientado hacia el futuro, y el sentido de toda la historia aparece como un desplazamiento en el tiempo, que tiene su origen en la creación y que culminará en el juicio final, que será el final de los tiempos

LOS RELOJES
En el siglo XIII, en el lindero final de la Edad Media, apareció la primera máquina industrial: el reloj. Los relojes primitivos, fabricados por herreros, estaban hechos de acero y sufrían de la expansión y contracción que provocaban los cambios en la temperatura. Eran inexactos en un rango de 15 a 30 minutos al día y tenían que ser ajustados diariamente. Su propósito inicial era hacer sonar las campanas cada hora en las torres de castillos, iglesias o centros de población.  
En el siglo XV se inventaron los relojes de una manecilla para marcar las horas y en 1505 el herrero alemán Peter Henlein consiguió construir relojes mecánicos tan pequeños que podían llevarse en el bolsillo. Estos relojes, que se popularizaron con el nombre de "relojes de saco" se montaban en cajas y en lugar de pesas utilizaban resortes. Se llevaban en una bolsa, sonaban cada hora y funcionan durante unas 40 horas.
La primera revolución relojera se dio en el siglo XVII, cuando el científico holandés Christiaan Huygens inventó el reloj de péndulo, alcanzando una exactitud similar a la de los relojes de sol. El péndulo de Huygens funcionaba movido principalmente por las fuerzas de la gravedad y sus relojes fueron los primeros cronómetros capaces de contar los segundos. La idea de emplear el péndulo para su aplicación al reloj la había formulado en 1636 Galileo Galilei pero, viejo y ciego, no la pudo llevar a la práctica.
En el primer reloj eléctrico, que se inventó en el siglo XIX, el péndulo no se movía gracias a la acción de la fuerza de la gravedad sobre una pesa, sino mediante un electroimán alimentado por una batería. En 1914 el norteamericano Henry Ellis Warren accionó un reloj mediante un dispositivo electromotor y gracias a esto inventó los primeros relojes eléctricos fiables.
Con el desarrollo de la tecnología, se descubrió que un cristal de cuarzo vibra con una frecuencia de 16.000 a 30.000 ciclos por segundo; en 1948 se construyó el primer reloj atómico, con un margen de error de diez mil millonésima de segundo, lo que equivale un error de un segundo cada 300 años.
Los científicos alemanes han construido un Superreloj CS1, de cesio, con un peso de una tonelada, durante un año de funcionamiento, ha permitido calcular que tiene un error de un segundo cada treinta millones de años. Su funcionamiento se halla relacionado con la Escala Coordinada del Tiempo Mundial, su sincronización perfecta en el ámbito internacional, es indispensable para las redes de noticias, mediciones de la tierra efectuadas a gran distancia para todo tipo de orientación tanto en la aviación como en la navegación
EL RELOJ DE LA CATEDRAL DE SUCRE

El arzobispo Pedro Miguel de Argandoña encargo la compra en Londres (1765) de un reloj para la catedral de Sucre, con un costo de 568 libras esterlinas.El reloj arribó en barco a Buenos Aires, fue trasladado a Sucre en una recua de mulas, vía Jujuy. En 1784  llegó a Sucre, se estrenó en 1786, hasta el día de hoy sigue en funcionamiento


EL TIEMPO EN LA LITERATURA

En la literatura el concepto del tiempo ha sido motivo de permanente especulación. Dante, imagina emprender un viaje por los fantásticos ambientes que se ofrecen para el alma humana, lejos de la vida terrenal, citando pasajes anteriores a su vida y profetizando acontecimientos como el descubrimiento de nuevas tierras en occidente.
Goethe, describe a Fausto vendiendo su alma a Mefistófeles a cambio de revivir su pasado. Así podríamos mencionar innumerables obras de la literatura mundial que tienen como argumento fundamental el tiempo y el espacio: Julio Verne en "20.000 leguas de viaje submarino". H.G. Wells en su obra "La máquina del tiempo", que cautivo la imaginación con el lanzamiento de su viajero en el tiempo




Jorge Luis Borges, vivió fascinado con el concepto del tiempo. Borges define: "El tiempo es la sustancia de que estoy hecho, el tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; él es el tigre que me destroza, pero yo soy el tigre. Es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego".Borges resume el concepto del tiempo en un solo momento "el momento en que el hombre sabe para siempre quién es"

Mirar el río hecho de tiempo y agua
 y recordar que el tiempo es otro río,
 saber que nos perdemos como el río
 y que los rostros pasan como el agua.

EL TIEMPO FISICO Y EL TIEMPO BIOLOGICO
Desde el punto de vista biológico, todos los ritmos naturales que afectan la vida del hombre, se hallan regulados por el tiempo. La duración del hombre, al igual que su estatura, varía según la unidad que se utiliza para medirla, la vida del hombre se mide valiéndose los movimientos de las agujas del reloj. Para el reloj que mide el día de un niño, es igual al de sus padres, pero en realidad esas 24 horas representan una fracción muy pequeña en la futura vida del niño, y una fracción muy grande en la vida de sus padres, de esa manera el valor del tiempo físico varía según miremos el pasado o el futuro.
Al describir un tiempo físico, necesariamente debemos referirnos a un tiempo fisiológico. Este se halla presente en todos los niveles fisiológicos del universo, ya sea en el soma de una célula o en el mismo hombre. El tiempo fisiológico depende de las modificaciones del medio y la respuesta de los seres a esas modificaciones. El tiempo fisiológico, difiere del tiempo físico, por que no tiene la precisión de un reloj.
Alexis Carrel, describe la relación que existe entre el tiempo físico y el fisiológico, comparando: "Como un ancho río que corre por la llanura. En los albores de la vida, el hombre corre alegremente a lo largo de la orilla, va más deprisa que la corriente. Hacia el medio día su marcha disminuye, las aguas se deslizan con tanta rapidez como su paso. Al anochecer, el hombre está fatigado, la corriente continúa con su flujo. El hombre se queda atrás, luego se detiene y cae para siempre, el río sigue su curso inexorable".
En realidad, el río nunca ha acelerado su marcha, sólo se tiene esa ilusión al retardo progresivo de nuestro paso.
 Cada uno de nosotros es el hombre que corre a lo largo de la orilla del río y ve pasar las aguas del tiempo físico
 BIBLIOGRAFIA

 Cejudo Velásquez P. “Cuando Israel cumplió treinta años” Pág. 17  Instituto Central de Relaciones culturales Israel, Ibero América, España y Portugal  Imprenta Trejos Costa Rica 1978
 “La Biblia: Dios habla hoy” Eclesiastés 3.1; pág 810; Sociedades Bíblicas Unidas. CELAM, Puebla México 1979
 Gran Historia Universal Larousse “El nuevo calendario” Vol. N° 9 Pág. 1101 Impreso Cochrane Santiago Chile 1999
 Welss George “Breve historia del mundo” Discursos de David Ben Gurion, cap XXII, Centro de Información de Israel, Jerusalén 1972
 Millán Saúl, García Paola “Lagunas del tiempo” Instituto Nacional de Antropología e Historia  México 2000
 López María Jesús “El calendario musulmán”  Edit  La Alambra, Granada, España 1999
 Ibáñez Martí Félix “El misterio y el secreto” Ensayo del Director; Revista MD en Español Vol. IX; N° 5; Mayo 1971
 Chalaby  Abbas “Egipto” Los Orígenes  Casa editora Bonechi; Florencia Italia 1996
 “La aventura del Arte” Mesopotamia y Egipto; Revista MD Vol IX N° 5 Pág. 57  Mayo 1971
 Needhan Joseph “La histórica civilización de la China” MD en español Vol. X N° 3; 1972
 Bataller Estornell Francisco  http://www.fh.userena.cl/ciel/octavio_paz_identidad_y_lenguaje.html
 Castro Leal M. “México Arqueológico” Calendario Maya, Calendario Azteca; Monclem Ediciones  Florencia Italia  1998
 Culto Solar Diccionario histórico de Bolivia T. 1: 649; Edit. Tupac Katari
 Borges Jorge Obra poética, 2. Edición Emecé Editores (Buenos Aires, 1977) Alianza Editorial. Biblioteca Borges. Madrid, 1998.
 

Los Epónimos a través de la historia de la medicina

Los epónimos son palabras que surgen del nombre de una persona o lugar, que evocan su historia, alguna de sus características o peculiaridades, inventos…etc.
 Los epónimos más numerosos son aquellos que hacen referencia a términos médicos, ya sea a enfermedades, síntomas, signos, pruebas, rasgos patológicos o tratamientos.

 A lo largo de la historia de la medicina, se han producido hechos notables que se asocian a ciertos nombres propios. Los nombres de enfermedades, síntomas, signos, pruebas, rasgos patológicos tisulares, corresponden, como todos sabemos, a los sabios que las describieron por vez primera. La vida de estos hombres y mujeres es, en la mayoría de los casos, desconocida. En el momento histórico que les correspondió vivir quizá no fueran valorados plenamente.


John Hunter (1728-1793)   CHANCRO DE HUNTER
El siglo XVIII fue de gran trascendencia para la cirugía: ésta se convertía en una técnica, la profesión de cirujano pasaba a tener un rango universitario, y se comenzaba a aplicar el programa de Sydenham, contribuyendo así a enriquecer la observación clínica y la nosografía. Ya en el último tercio de la centuria, John Hunter, una de las figuras preeminentes de la historia de la medicina, iba todavía más lejos. Trató de fundamentar la patología quirúrgica en la investigación biológica y experimental. John Hunter nació en Long Calderwood, Escocia, en 1728. En 1784, con una formación escolar muy pobre, se dirigió a Londres para ayudar a su hermano Williams, que ejercía la cirugía, practicaba la ginecología e impartía clases de anatomía. También tenía una gran pasión por el coleccionismo tanto de piezas anatómicas como de libros, medallas, cuadros, etc.
John pronto se contagió de esta afición a la vez que encajaba bien en su nuevo trabajo. Ascendió a asistente y decidió seguir la misma carrera de su hermano. Entró como aprendiz en el Hospital de Chelsea, después estuvo en el Saint Bartholomew y el Saint George. Tuvo entre sus maestros a Pott y Cheselden
Consciente de su mala formación, William mandó a su hermano a Oxford para que estudiara. Sin embargo, pronto abandonó porque no se acostumbraba al latín y al griego así como a otras disciplinas que consideraba de poca utilidad. Continuó estudiando anatomía y haciendo disecciones de cadáveres humanos y de todo tipo de animales, ya que concedía gran valor a la anatomía comparada. En este terreno hizo algunas aportaciones de interés.
En 1761 su hermano murió de tisis y John entró como cirujano del Estado Mayor del Ejército y más tarde en la marina. Tomó parte en varias batallas ya que entonces Inglaterra estaba en guerra con Francia y con España. Como siempre ha ocurrido en la historia de la cirugía, las guerras le proporcionaron la posibilidad de adquirir experiencia.
Después de la paz de Paris de 1763 se licenció y regresó a Londres. Se instaló en una finca de las afueras y comenzó a coleccionar animales vivos y disecados, preparaciones anatómicas, etc. Su casa contaba con espacios para guardar las colecciones y para investigar todos los temas biológicos que se le ofrecían: morfología y fisiología animales, anatomía humana, técnica quirúrgica y patología experimental. La gran cantidad de dinero que esto necesitaba lo obtenía de su trabajo y de la clientela que acudía a sus consultas, así como de las clases de anatomía y de las conferencias que daba frecuentemente. En el año 1778 fue nombrado cirujano del Hospital Saint George. Su fama creció y acudieron muchos médicos a formarse con él; entre estos estaba Edward Jenner. Murió en 1793, víctima de un angor, tras una conflictiva junta directiva del St. George's Hospital. Hay que tener en cuenta que ya había padecido uno en 1773 y que arrastraba una sífilis que contrajo según diremos más adelante. Dejó una colección de más de 13.000 piezas anatómicas de hombres y animales que hoy se conservan en College of Surgeons.
Las aportaciones de Hunter a la cirugía fueron notables. Contrariamente a lo que sucedía entonces, éste comenzaba la enseñanza de la disciplina dando una idea general de la práctica quirúrgica y de los principios fisiopatológicos y terapéuticos aplicables a toda enfermedad o grupo de ellas. Creía que el tratamiento no podía ser eficaz si no se fundamentaba en un conocimiento de las causas y del mecanismo de enfermedad. Afirmó que, aparte de la anatomía, el cirujano debía saber también fisiología. Por último, inculcó la idea de que la cirugía manifiesta siempre un fracaso previo de la medicina.
¿Por qué se habla de chancro de Hunter? En su época no se sabía si la sífilis -enfermedad cuyo tratamiento estaba en manos de los cirujanos-era consecuencia de un contagio animado o la consecuencia de un veneno "acre y corrosivo". Dudaban de si había sífilis silenciosa sin síntomas o siempre se producía una sintomatología inmediata tras la "infección". Tampoco tenían claro si la blenorragia y la sífilis eran la misma cosa o dos entidades distintas. Para decidir si estas dos enfermedades eran lo mismo se inoculó pus gonocóccico. Sin embargo, éste procedía de un sifilítico ignorado. No sólo adquirió la sífilis sino que llegó a la falsa conclusión de que las dos enfermedades eran la misma. El chancro duro o de Hunter es, pues, la úlcera que constituye la lesión primaria de la sífilis. Todo esto se recoge en su libro A Treatise on the Venereal Disease ( Londres, 1786). Publicó además The Natural History of the Human Teeth (Londres, 1771), primera publicación científica sobre los dientes humanos, Observations on Certains Parts of the animal oeconomy (Londres, 1786), A Treatise on the Blood, Imflammation and Gunshot Wounds, publicado tras su muerte en Londres en 1794, en el que describe sus investigaciones sobre el mecanismo de la inflamación y la función curativa del proceso inflamatorio.
Como señala Sigerist, la importancia de Hunter radica en que abrió el camino a la observación y la experiencia de la cirugía para la medicina, haciéndola útil para ésta. Fue un cirujano práctico como el resto pero a la vez fue un científico. Su fervor hacia el empirismo se expresa muy bien en una de las cartas que dirigió a Jenner. En ella le decía: ¿Para qué pensar?, ¿por qué no ensayas el experimento?
Bibliografía
-Laín Entralgo, P. (1963). Historia de la medicina moderna y contemporánea. 2ª ed., Madrid, Editorial Científico-técnica.
-Dobson, J. (1970-1978). John Hunter, En: Gillispie, Ch.C. (Dir.), Dictionary of Scientific Biography. 15 vols. New York, Charles Scribner's sons, vol.6, pp.566-568.
-Sigerist, H. (1949). Los grandes médicos. Barcelona, Ediciones Ave.
-Wangensteen, O.H.; Wangensteen, S. D. (1978).
The Rise of Surgery. From Empiric Craft to Scientific Discipline. Folkestone, Dawson.
-Zimmerman, L.M.; Veith, I. (1961). Great Ideas in the History of Surgery.
Baltimore, The Williams & Wilkins Company.
©José L. Fresquet Febrer. Profesor titular de Historia de la Ciencia, Universitat de València
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 Albrecht von Haller (1708-1777)
 Asa, Anillo, Línea, Membrana de Haller
 Durante la Ilustración la fisiología acabó separándose de la anatomía y convirtiéndose en disciplina autónoma. Una de las figuras más destacadas de este periodo fue Albrecht von Haller. La magnitud de su obra fue inmensa; escribió textos de carácter enciclopédico, bibliográfico, anatómico, fisiológico, botánico, religioso, etc.; se conservan unas catorce mil cartas suyas; publicó miles de recensiones en los Göttinger Gelehrten Anzeigen; también editó textos clásicos.
 Nació en Berna en 1708. Desde muy temprano recibió una severa educación religiosa por parte del teólogo protestante Baillodz, que le influyó a lo largo de su vida. Estudió medicina en las universidades de Tubinga y de Leiden. En esta última fue discípulo de Boerhaave y a los diecinueve años se doctoró con un trabajo sobre el supuesto conducto salival de Coschwitz.En 1728 se trasladó a Basilea para estudiar matemáticas, con Bernoulli, y botánica. Un año más tarde regresó a su ciudad natal y en 1736 fue llamado por la Universidad de Gotinga para enseñar anatomía y botánica durante diecisiete años.

Fundó allí el anfiteatro anatómico y un jardín botánico, así como la revista científica Göttinger gelehrte Anzeigen, donde publicó unos doce mil artículos y reseñas.
También llevó a cabo una inmensa obra sobre la flora suiza donde aplicó un sistema de clasificación distinta al de Linneo. Este fue uno de sus periodos más fecundos; el laboratorio le permitió llevar a cabo sus trabajos de investigación. La Universidad de Gotinga llegó a alcanzar gran prestigio con él como profesor.
En 1753, en pleno éxito, Haller abandonó la ciudad. Los motivos no se conocen del todo. En Suiza ocupó cargos de tipo administrativo y rechazó interesantes ofertas realizadas por varias universidades. Fue nombrado director de las salinas de Bex, en el valle del Ródano, y gobernador del distrito de Aigle. Allí terminó sus Elementa physiologiae, prosiguió sus trabajos botánicos y mantuvo una intensa correspondencia con científicos de toda Europa. Desde 1764 residió en Berna hasta su muerte, acaecida en 1777.
Fue un personaje muy admirado y conocido en su época; incluso aparece citado en la Mémoires de Casanova como un hombre muy cortés con profundos conocimientos.
Sus primeros estudios fueron de tipo anatómico, y estuvieron influidos por Albinus (sobre todo lo que se refiere a la anatomía cuantitativa), Ruysch (le enseñó la técnica de la inyección vascular y le introdujo en la angiología) y Winslow (suscitó su gusto por las preparaciones topográficas, con los órganos in situ, y por las descripciones anatómicas "puras", como señala Laín.
Los mejores trabajos de tipo anatómico son los que dedicó a la angiología. La inyección vascular le permitió demostrar las anastomosis de la mamaria interna con las intercostales, la distribución de las arterias faríngeas, el origen de la arteria esplénica en el tronco celíaco y las conexiones de los senos cerebrales. Hoy se habla de los arcos de Haller (ligamentos arqueados externo e interno del diafragma, llamados también lumbocostales);
asa de Haller, (que forma el nervio que une los nervios facial y glosofaríngeo);círculo de Haller (anillo de pequeñas arterias en la esclerótica, que rodea la entrada del nervio óptico; anillo de venas debajo de la aureola del pezón; nillo fibrocartilaginoso en el cual se insertan las válvulas mitral y tricúspide del corazón); línea de Haller (cinta fibrosa a lo largo de la cara anterior de la piamadre medular); y membrana de Haller (capa vascular de la coroides).
La parte más importante de su labor científica y de su obra fue, sin embargo, la que corresponde a la fisiología. Para él esta disiciplina era anatomia animata (descripción de los movimientos con que la máquina animada es agitada), es decir, ciencia del movimiento vital. El movimiento de un organismo animal era para él resultado de una fuerza específica -"fuerza vital"- radicada en la estructura material y orgánica de las fibras en que ese movimiento acontece. La fibra animal es portadora de dos fuerzas distintas entre sí: una "muerta", la simple elasticidad observable en el cadáver, y otra "viviente", sobreañadida a la anterior, demostrable únicamente en el animal vivo y capaz de adoptar formas diferentes, según la índole de la fibra que posee. Esto nos sitúa ante el gran descubrimiento de Haller: la irritabilidad de los músculos.
Hizo experimentos para ver cómo respondían las distintas partes del animal a los estímulos exteriores como el calor, el alcohol, el cloruro de antimonio, la electricidad, etc. Se le considera así como uno de los personajes más relevantes de la ciencia experimental; es decir, en el progresivo esfuerzo por conocer las cosas conforme a lo que en realidad son. Llegó a las siguientes conclusiones: a) ciertas partes del organismo sólo poseen contractibilidad mecánica; b) Otras, sólo poseen sensibilidad que pierden cuando se seccionan los nervios; otras, aún seccionados los nervios, son capaces de reaccionar con un movimiento a los estímulos; d) hay partes dotadas de sensibilidad e irritabilidad. La estructura anatómica de cada una de esas partes del organismo permitió a Haller establecer la tesis general de que la sensibilidad es propiedad específica del nervio, y la irritabilidad, es exclusiva del músculo.
La irritabilidad y la sensibilidad son, pues, -como señala Laín, propiedades específicas e inmanentes de cada una de las dos formaciones anatómicas en que respectivamente aparecen, la fibra nerviosa y la fibra muscular. Por eso dice Haller que los nervios son simples moderadores o reguladores de la irritabilidad, no auctores suyos, y ésta es también la idea que le mueve a buscar el sustrato material de la irritabilidad del músculo. Las ideas básicas de Haller, su fisiología "vital", se sitúa, pues, entre el animismo de Stahl y el mecanicismo de La Metrie. Sobre ellas edificó su fisiología especial. Alguno de sus capítulos son originales suyos; en otros se limitó a ordenar y discutir el saber de su época.
Haller también estudió la fecundación de los mamíferos, especialmente de las vacas, ovejas y cabras. Llegó a descubrir el desprendimiento del óvulo desde el ovario así como la formación del cuerpo lúteo.
Recopiló los trabajos llevados a cabo desde el siglo XVII sobre el latido cardíaco. Él pensó que el movimiento del corazón reposaba directamente sobre su teoría de la irritabilidad muscular: la fibra muscular es la más irritable del organismo. Observó que el corazón aislado seguía contrayéndose rítmicamente y proclamó el carácter miógeno del movimiento atrio ventricular: la irritabilidad de la fibra cardiaca sólo exigiría, para hacerse contracción rítmica, el estímulo mecánico de la sangre venosa. Haller y Spallanzani demostraron que la sangre penetra en las arterias coronarias durante la sístole cardiaca y sale de ellas en la diástole.
Bibliografía
-Laín Entralgo, P. (1963), Historia de la medicina moderna y contemporánea, Barcelona, Científico-médica.
-Laín Entralgo, P.; Albarracín, A.; Gracia, D. (1973), Fisiología de la Ilustración, En: Historia Universal de la Medicina, Barcelona, Salvat, vol. 5, pp. 45-64.
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 Hermann Boerhaave  (1668-1738)
 Síndrome de Boerhaave
Podemos considerar a Hermann Boehaave como una de las grandes figuras de la medicina en el momento en que ésta era un complicado conjunto de tradiciones valiosas, de revolucionarios conceptos nuevos, y de importantes novedades doctrinales y empíricas como la nueva anatomía patológica, la clínica de Sydenham y la naciente semiología mensurativa. Por otro lado, la filosofía y la cosmología científica, de las que era buen conocedor Boerhaave, contaban ya con una serie de construcciones sistemáticas despegadas de las medievales y escolásticas, tales como las que ofrecían Descartes, Spinoza, Newton y Leibniz. 
En este sentido se considera al gran médico holandés como a uno de los grandes sistemáticos, ya que trató de trasladar al terreno de la medicina estos nuevos esquemas. Según Lindeboom, en periodo de confusión, como el que dominó la medicina de comienzos del siglo XVIII, sólo podía ser útil un hombre dotado de una amplia visión y de un profundo conocimiento de las diferentes partes de la medicina.
Hermann Boerhaave nació en 1668 en Voorhout, Holanda. Era hijo del reverendo Jacobus Boerhaave y de su segunda esposa Hagar Daelder. En 1684 marchó a Leiden a estudiar teología y filosofía, periodo durante el cual mostró interés por otras disciplinas como la medicina. Acudía a las disecciones públicas de Anton Nuck y estudió tanto las obras de Hipócrates como las de Vesalio, Falopio, Bartholin y Thomas Sydenham. En 1693 obtuvo la graduación en medicina en la Universidad de Bardewijk, a la vez que abandonaba la carrera eclesiástica bajo sospechas de ser seguidor de Spinoza.
En Leiden ejerció la medicina mientras continuó formándose en varias disciplinas. En 1701 fue requerido por la Universidad para impartir las Institutiones Medicinae, o una especie de esbozo general de fisiología, de patología y de terapéutica. También daba clases privadas de medicina teórica, práctica, así como de "química". En poco tiempo su prestigió se acrecentó hasta el punto de que tras el intento de ser contratado por otra universidad, en Leiden le ofrecieron la primera cátedra que quedara vacante para que no se marchara. Tuvo que esperar seis años hasta que murió Petrus Hotton, heredando así su cátedra de botánica que iba unida a la dirección del Jardín Botánico. En éste pronto dejó huella de su paso convirtiéndolo en uno de los más admirados de Europa. Aumentó extraordinariamente el número de especies de este Hortus Academicus gracias, en parte, a su correspondencia y commercium de semillas con botánicos del resto de Europa. Aparte de publicar el catálogo (Index plantarum, 1710), se responsabilizó de la edición de la Botanicon Parisiense de Vaillant, y de facilitar la visita de Linneo a Holanda.
A pesar de ser un iatromecánico y un cartesiano convencido, también fue profesor de química -a la que consideraba un arte más que una ciencia-, y un hábil experimentador que utilizó el método cuantitativo sin omitir nunca los registros del peso y la temperatura. Trató de refutar a los alquimistas, a los que acusaba de hacer asevaraciones insostenibles y fantásticas. Entre sus logros está el aislar urea de la orina. Sus clases de química se recogen en sus Elementa Chemiae (1731).
Pero en lo que más destacó fue en la enseñanza de la clínica. En 1714 se le confió la enseñanza de esta disciplina "junto a la cabecera del enfermo" que había sido descuidada en los últimos años. Pronto la elevó al más alto nivel de toda Europa. Esta tarea la desempeñó durante un cuarto de siglo, hasta el momento de su muerte, en 1738, convirtiendo a la Universidad de Leiden en el centro europeo de la medicina. Allí acudieron estudiantes de varios países. Su esquema del plan de estudios médicos se conserva todavía en su esencia. Entre sus alumnos se encuentran nombres tan célebres como van Swieten, Haen, Cullen, Pringle, Heller, Fahrenheit, Prevoost, etc.
Sus aportaciones se recogen en dos textos no demasiado extensos: las Institutiones medicae y los Aphorismi. En sus descripciones patográficas acertó a elaborar el canon estructural de la historia clínica vigente hasta nuestro siglo.
Fue el primero en describir la rotura de esófago con salida del contenido gástrico en el mediastino; de ahí que se hable del Síndrome de Boerhaave. Se considera el grado más profundo de desgarro esofágico. Ocurre después de esfuerzos violentos para vomitar, tras comidas copiosas y excesos de alcohol. Cuando se produce la rotura, el paciente siente una violenta epigastrio-pretoracalgia, seguida de enfisema subcutáneo y ocupación pleural con o sin neumotórax. Se produce estado de shock y si el paciente no es operado antes de veinticuatro horas, sucumbe. Boerhaave describió esta rotura tras realizar la autopsia al Gran Almirante de la Flota holandesa quien murió después de sufrir un dolor agudo de hipocondrio. Su relato es un claro ejemplo de lo que afirma en sus Institutiones. Los fundamentos del saber médico son dos: la observación cuidadosa de los fenómenos que aparecen ante nuestros sentidos en el hombre sano, enfermo, moribundo y en el cadáver, y una severa indagación de lo que en el hombre se halla oculto a los sentidos y que sólo puede conocerse por razocinio.
Fundó allí el anfiteatro anatómico y un jardín botánico, así como la revista científica Göttinger gelehrte Anzeigen, donde publicó unos doce mil artículos y reseñas.
También llevó a cabo una inmensa obra sobre la flora suiza donde aplicó un sistema de clasificación distinta al de Linneo. Este fue uno de sus periodos más fecundos; el laboratorio le permitió llevar a cabo sus trabajos de investigación. La Universidad de Gotinga llegó a alcanzar gran prestigio con él como profesor.
En 1753, en pleno éxito, Haller abandonó la ciudad. Los motivos no se conocen del todo. En Suiza ocupó cargos de tipo administrativo y rechazó interesantes ofertas realizadas por varias universidades. Fue nombrado director de las salinas de Bex, en el valle del Ródano, y gobernador del distrito de Aigle. Allí terminó sus Elementa physiologiae, prosiguió sus trabajos botánicos y mantuvo una intensa correspondencia con científicos de toda Europa. Desde 1764 residió en Berna hasta su muerte, acaecida en 1777.
Fue un personaje muy admirado y conocido en su época; incluso aparece citado en la Mémoires de Casanova como un hombre muy cortés con profundos conocimientos.
Sus primeros estudios fueron de tipo anatómico, y estuvieron influidos por Albinus (sobre todo lo que se refiere a la anatomía cuantitativa), Ruysch (le enseñó la técnica de la inyección vascular y le introdujo en la angiología) y Winslow (suscitó su gusto por las preparaciones topográficas, con los órganos in situ, y por las descripciones anatómicas "puras", como señala Laín.
Los mejores trabajos de tipo anatómico son los que dedicó a la angiología. La inyección vascular le permitió demostrar las anastomosis de la mamaria interna con las intercostales, la distribución de las arterias faríngeas, el origen de la arteria esplénica en el tronco celíaco y las conexiones de los senos cerebrales. Hoy se habla de los arcos de Haller (ligamentos arqueados externo e interno del diafragma, llamados también lumbocostales);
asa de Haller, (que forma el nervio que une los nervios facial y glosofaríngeo);círculo de Haller (anillo de pequeñas arterias en la esclerótica, que rodea la entrada del nervio óptico; anillo de venas debajo de la aureola del pezón; nillo fibrocartilaginoso en el cual se insertan las válvulas mitral y tricúspide del corazón); línea de Haller (cinta fibrosa a lo largo de la cara anterior de la piamadre medular); y membrana de Haller (capa vascular de la coroides).
La parte más importante de su labor científica y de su obra fue, sin embargo, la que corresponde a la fisiología. Para él esta disiciplina era anatomia animata (descripción de los movimientos con que la máquina animada es agitada), es decir, ciencia del movimiento vital. El movimiento de un organismo animal era para él resultado de una fuerza específica -"fuerza vital"- radicada en la estructura material y orgánica de las fibras en que ese movimiento acontece. La fibra animal es portadora de dos fuerzas distintas entre sí: una "muerta", la simple elasticidad observable en el cadáver, y otra "viviente", sobreañadida a la anterior, demostrable únicamente en el animal vivo y capaz de adoptar formas diferentes, según la índole de la fibra que posee. Esto nos sitúa ante el gran descubrimiento de Haller: la irritabilidad de los músculos.
Hizo experimentos para ver cómo respondían las distintas partes del animal a los estímulos exteriores como el calor, el alcohol, el cloruro de antimonio, la electricidad, etc. Se le considera así como uno de los personajes más relevantes de la ciencia experimental; es decir, en el progresivo esfuerzo por conocer las cosas conforme a lo que en realidad son. Llegó a las siguientes conclusiones: a) ciertas partes del organismo sólo poseen contractibilidad mecánica; b) Otras, sólo poseen sensibilidad que pierden cuando se seccionan los nervios; otras, aún seccionados los nervios, son capaces de reaccionar con un movimiento a los estímulos; d) hay partes dotadas de sensibilidad e irritabilidad. La estructura anatómica de cada una de esas partes del organismo permitió a Haller establecer la tesis general de que la sensibilidad es propiedad específica del nervio, y la irritabilidad, es exclusiva del músculo.
La irritabilidad y la sensibilidad son, pues, -como señala Laín, propiedades específicas e inmanentes de cada una de las dos formaciones anatómicas en que respectivamente aparecen, la fibra nerviosa y la fibra muscular. Por eso dice Haller que los nervios son simples moderadores o reguladores de la irritabilidad, no auctores suyos, y ésta es también la idea que le mueve a buscar el sustrato material de la irritabilidad del músculo. Las ideas básicas de Haller, su fisiología "vital", se sitúa, pues, entre el animismo de Stahl y el mecanicismo de La Metrie. Sobre ellas edificó su fisiología especial. Alguno de sus capítulos son originales suyos; en otros se limitó a ordenar y discutir el saber de su época.
Haller también estudió la fecundación de los mamíferos, especialmente de las vacas, ovejas y cabras. Llegó a descubrir el desprendimiento del óvulo desde el ovario así como la formación del cuerpo lúteo.
Recopiló los trabajos llevados a cabo desde el siglo XVII sobre el latido cardíaco. Él pensó que el movimiento del corazón reposaba directamente sobre su teoría de la irritabilidad muscular: la fibra muscular es la más irritable del organismo. Observó que el corazón aislado seguía contrayéndose rítmicamente y proclamó el carácter miógeno del movimiento atrio ventricular: la irritabilidad de la fibra cardiaca sólo exigiría, para hacerse contracción rítmica, el estímulo mecánico de la sangre venosa. Haller y Spallanzani demostraron que la sangre penetra en las arterias coronarias durante la sístole cardiaca y sale de ellas en la diástole.
Bibliografía
-Laín Entralgo, P. (1963), Historia de la medicina moderna y contemporánea, Barcelona, Científico-médica.
-Laín Entralgo, P.; Albarracín, A.; Gracia, D. (1973), Fisiología de la Ilustración, En: Historia Universal de la Medicina, Barcelona, Salvat, vol. 5, pp. 45-64.

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 Reignier de Graaf  (1641-1673)
 FOLICULO DE GRAAF
Podemos situar a este médico en uno de los momentos de mayor esplendor de la anatomía descriptiva y en el que se produjeron las disputas sobre las teorías embriológicas entre los preformacionistas y aquéllos que defendían la epigénesis. Todo esto se produjo a lo largo del siglo XVII, en el que la invención del microscopio permitió en gran medida el desarrollo de las ciencias morfológicas y de la embriología.
 Reignier de Graaf nació en Schoonhoven, Holanda, en 1641. Comenzó sus estudios de medicina en 1660 en Utrech y los continuó en la Universidad de Leiden. Allí tuvo como maestros a Sylvius y Johannes van Horne.
 En 1663 publicó una especie de opúsculo sobre el páncreas y el jugo pancreático (Disputatio medica de natura et usu succi pancreatici) que fue traducido inmediatamente al francés y alcanzó varias ediciones. 
Prácticamente este fue el texto de referencia sobre esta glándula hasta los trabajos de Claude Bernard en el siglo XIX. En su trabajo afirma que el jugo pancreático es ácido y esto le lleva a hacer una serie de especulaciones en la línea de atribuir a alteraciones de este jugo las fiebres intermitentes.
Marchó a Francia ese mismo año y en Angers, en 1665, obtuvo el grado de doctor. Alternó estancias en esta ciudad con otras en París, donde pudo tomar contacto con destacados médicos.
Volvió a su patria en 1666 y se estableció en Delft para ejercer la medicina, ciudad donde también residía el microscopista Antony van Leeuwenhoek. Se dice que le propusieron que sucediera a Sylvius en Leyden, pero éste rechazó la oferta. La razón esta, quizás, en su condición de católico.
Se considera a de Graaf como uno de los creadores de la fisiología experimental. Tuvo mucha reputación en vida, lo que explica que se sucedieran las ediciones y traducciones de sus trabajos. Su obra fue muy alabada en siglos posteriores por Hermann Boerhaave, Antoine Portal y Claude Bernard. Este último lo consideró como un símbolo de la fisiología experimental.
Publicó trabajos sobre diversos temas aunque se le conoce, sobre todo, por sus aportaciones al conocimiento de los órganos reproductivos femeninos. Examinó y diseccionó ovarios de numerosas especies de mamíferos incluido el hombre. Para nombrar a las gónadas femeninas utilizó el nombre de ovario, término que también propusieron van Horne y Swammerdam. Describió los cambios morfológicos que sufrían los ovarios de acuerdo con las funciones fisiológicas de
la mujer. Describió lo que hoy lamaremos Folículo de Graaf, de la siguiente manera:
"qui glandularum ad instar ex multis particulis a centro ad circumferentiam recto quasi ductu tendentibus conflantur et propria membrana obvolvuntur. Hi globuli post coitum tantum in ovariis distinguntur, unus aut alter, prout animal unum aut plures foetus, in lucem edit"
La obra de donde procede este fragmento se titula De mulierum organis generationi inservientibus (1672). Es interesante destacar que Graaf se dio cuenta de la naturaleza glandular del cuerpo lúteo, descubrimiento que no se estabeció definitivamente hasta 1900 y que significó un extraordinario avance para la moderna endocrinología. No obstante, no supo reconocer la ruptura del folículo y creyó que como tal era lanzado a las trompas de Falopio. El huevo fue descubierto en 1826 por Ernst von Baer y el fenómeno de la ruptura del folículo se clarificó tras un largo debate en el siglo XIX que se prolongó, incluso, a los primeros años del XX. Siguió con detalle el embarazo de un conejo desde el apareamiento hasta el momento del nacimiento y lo ilustró en interesantes dibujos. Allí se representa al huevo viajando por las trompas con un tamaño mucho menor que el folículo, detalle que no parece que le llamara la atención.
Graaf también ideó técnicas novedosas para inyectar sustancias solidificables y coloreadas en los vasos sanguíneos del cadáver, practicada ya en el siglo XVI y reinventada de alguna manera en el XVII, que le valieron muchas disputas con otros científicos, entre los que cabe mencionar a Jan Swammerdam. Este le acusó de plagio ante la Royal Society de Londres, lo que le supuso no pocos problemas. Algunos han llegado a decir que estas agrias polémicas le costaron la vida. Sin embargo, parece que falleció por una enfermedad epidémica en Delft, en 1641, a la temprana edad de treinta y dos años.
En 1668 publicó también un tratado sobre los órganos reproductivos del hombre: De virorum organis generationi inservientibus, de clysteribus et de usu siphonis in anatomia, 1668. A pesar de que se reeditó muchas veces, su contenido, poco original, fue olvidándose con el tiempo.
Hay que señalar también que la iconografía que acompaña a las obras de Regnier de Graaf se considera de la máxima importancia. Las ilustraciones de sus trabajos fueron realizadas por buenos grabadores como Gérad Edelinck.
Bibliografía
-
Biographisches Lexikon der hervorrragenden Ärzte aller Zeiten un Völker (1962). 5 vols. München, Verlag von Urban und Scharzenberg, vol.2, pp.815-816.
-Gillispie, Ch.C. (1970-1978). Dictionary of Scientific Biography. 15 vols. New York, Charles Scribner's sons, vol.5, pp.484-485.
-Laín Entralgo, P. (1963). Historia de la medicina moderna y contemporánea. Madrid, Editorial Científico-médica.
-López Piñero, J.M. (1989). Lecciones de Historia de la medicina. Valencia, Instituto de Estudios Documentales e Históricos sobre la Ciencia.
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Antonio Gimbernat y Arbós (1734-1816)


 
LIGAMENTO DE GIMBERNAT

Habitualmente se sitúa en el siglo XVIII el punto de partida de la cirugía moderna por dos motivos: durante esta época se consolidó una aunténtica técnica quirúrgica que se apoyó sobre el conocimiento de la anatomía topográfica y sobre una estricta reglamentación de las maniobras que en cada operación debía realizar el cirujano. Por otra parte, el oficio quirúrgico se transformó en una profesión de rango universitario. En España los Colegios de cirugía desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo de estos acontecimientos. Fueron tres: el Colegio de Cádiz, el de Barcelona y el de Madrid. En los tres realizó su labor Antonio Gimbernat.
 
Antonio Gimbernat i Arbos nació en Cambrils (Tarragona) en 1734. Después de estudiar filosofía y latín en la Universidad de Cervera, marchó a Cádiz para formarse como cirujano; obtuvo el título en 1762.
  Ese mismo año pasó al Colegio de Barcelona para explicar anatomía y poco después fue nombrado cirujano mayor del Hospital. Unos años más tarde, en 1774, pensionado por el rey, emprendió un largo viaje de estudios por el extranjero. Estuvo en los hospitales de la Charité y en el Hôtel Dieu de Paris. Después se trasladó a Londres donde estuvo en varias instituciones asistenciales y siguió un curso impartido por John Hunter. De éste recuerda el propio Gimbernat que "...cuando fui su oyente... al tiempo que he referido, se lo expliqué (la técnica de operar la hernia crural), concluida la lección en que se trataba de esta hernia, demostrándolo detenidamente y con la posible claridad en su presencia, y ante algunos de sus discípulos, en la misma pieza seca y bien preparada de una hernia crural, sobre la cual acababa de hacer una exacta demostración con sabias reflexiones prácticas.

Fue grande mi satisfacción al ver que, concluida mi demostración, respondió el mismo Hunter: You are right, Sir. Señor, usted tiene razón; y añadió: Yo lo haré público en mis lecciones y lo practicaré así cuando se me presente ocasión de operar sobre el vivo". Más tarde continuó su viaje por Edimburgo y por Leyden. Regresó a España en 1778. De nuevo en nuestro país le fue encargado el proyecto para establecer un Colegio de cirugía en Madrid. Después de muchos años de planificación éste comenzó a funcionar en 1787 y Gimbernat fue nombrado su director junto a Mariano Ribas. Allí fue catedrático de operaciones y de "álgebra quirúrgica". En 1789 también fue elegido como cirujano de cámara.En los años de la invasión napoleónica Gimbernat colaboró con los franceses, lo que le supuso el cese de los cargos a la vuelta de Fernando VII. Sus últimos años fueron penosos: con una situación económica francamente mala, casi ciego y con la razón perturbada. Murió en Madrid en 1816.
Las aportaciones de Gimbernat fueron de dos tipos: su labor como organizador docente y como publicista. Se le considera como el ideólogo de las nuevas instituciones docentes que fueron los colegios de cirugía. Para él los pilares básicos de la formación teórica de los nuevos cirujanos eran la anatomía de Jacob Winslow, la fisiología de Albrecht Haller y de Hermann Boerhaave, la patología y la materia médica de éste último, el tratado de partos de Jean Astruc, y las obras de cirugía de Joannes Gorter. También tenía muy claro que las enseñanzas teóricas debían acompañarse de una buena práctica. Gimbernat era consciente de su adhesión a la corriente renovadora de la cirugía del siglo XVIII y se consideraba heredero de la brillante cirugía española del Renacimiento. El verdadero motor de este movimiento fue la Academia de Cirugía de Paris y su principal embajador en nuestro país fue Pedro Virgili.
Publicó unos cuantos trabajos de corta extensión; entre estos destaca el que lleva por título Nuevo método de operar la hernia crural (Madrid, 1793). En su segunda parte expone con precisión la anatomía de la región inguinal, donde describe el ligamento que lleva su nombre, también llamado Ligamentum lacunare. Lo hace con estas palabras:
"Después que el pilar inferior se separa del superior para formar el anillo inguinario, va a fijarse en un tubérculo del pubis, que han llamado espina, la cual da principio a la cresta del ramo superior de este hueso, y es la continuación de la línea ileopectínea; pero este pilar, no sólo se ata a la espina por un conjunto considerable de fibras aponeuróticas, sino que, siendo aquí mucho mayor el doblez del arco, se continúa hacia adentro, atándose a la cresta del pubis, mediante un notable pliegue que se forma de la porción de aponeurosis que le corresponde"
Esta obra fue traducida al inglés, alemán, francés y recibió elogiosas reseñas en muchas revistas de medicina.

Bibiografialiogrfía-Arechaga, J. (1977). Biografía científica de Antonio Gimbernat. Medicina e Historia, 66. I-XVI.
-Bujosa Homar, F. (1983). Gimbernat i Arbós, Antonio. En: Diccionario Histórico de la ciencia moderna en España. Barcelona, Península, vol. 2, pp. 395-399.
-Matheson, N. (1949).
Antonio de Gimbernat, 1734-1816. Proceedings of the Royal Society of Medicine, 42, 407-410.
-Salcedo y Ginestal, E. (1926).
Obras de Don Antonio de Gimbernat, precedidas de un estudio biobibliográfico del mismo. 2 vols. Madrid, Imp. de Cosano.
©José L. Fresquet Febrer. Profesor titular de Historia de la Ciencia. Universitat de València
 

Luigi Galvani (1737-1798)

 GALVANISMO, GALVANIZACIÓN
Luigi Galvani nació en Bolonia en 1737. Comenzó los estudios de teología que abandonó más tarde por los de medicina, persuadido por su familia, en 1755. Se graduó en 1759 en medicina y filosofía, como era habitual entonces. Tuvo como maestros a Jacopo Bartolomeo Beccari y Domenico Galeazzi.
Dividió sus primeros años de actividad académica entre la investigación anatómica y la práctica quirúrgica. Su tesis doctoral versó sobre la estructura, función y patología de los huesos (De Ossibus,1762). En ella describe los elementos anatómicos y "químicos" con que los huesos se forman, sus patrones de crecimiento, así como las enfermedades que les afectan.
En 1775 llegó a ser profesor adjunto o ayudante de Galeazzi en la cátedra de anatomía de la Universidad de Bolonia. El Senado lo nombró preparador y conservador del Museo anatómico en 1766, y en febrero de 1782, ocupó el cargo de profesor de obstetricia en el Istituto delle Scienze. Llegó a presidir la Academia de Ciencias en 1772.
Se casó con Lucia Galeazzi, hija de uno de sus maestros, el profesor Galeazzi en 1764; murió ésta en 1790, sin dejar descendencia, a la edad de 47 años. Colaboró con Luigi en muchos experimentos.
La entrada de tropas napoleónicas en Bolonia, en la noche del 15 junio de 1796, trajo consigo muchos cambios, entre ellos una serie de compromisos entre el viejo y el nuevo régimen. Entre éstos la imposición a los cargos públicos de realizar el juramento de lealtad a la Republica Cisalpina. Sus creencias religiosas y políticas hicieron que lo rechazara, por lo que le fue prohibido impartir clases. Perdió su puesto así como la pensión de jubilación. Más tarde sus amigos lograron que se le eximiera de ese juramento debido a su gran prestigio científico. Sin embargo, murio al poco tiempo, a la edad de 61, el 4 diciembre de 1798 en la casa donde nació. Fue enterrado, según sus deseos, junto a su esposa. Las crónicas de la época muestran la conmoción que causó su muerte entre sus conciudadanos.
Galvani, como hemos visto con su tesis, trabajó en temas de anatomía descriptiva. También se dedicó a la anatomía comparada. En 1767 publicó un ensayo sobre los riñones de los pájaros, donde describe, entre otras cosas, las tres capas de la pared uretral y sus movimientos peristálticos y antiperistálticos tras la irritación. Publicó así mismo trabajos sobre la anatomía del oído de las aves, antes de que lo hiciera el anatómico Antonio Scarpa. Describió con cierta precisión la anatomía comparada del canal auditivo de varias especies de pájaros, mostrando con especial detalle los vasos sanguíneos, músculos y nervios del oído medio e interno.
Sin embargo, las contribuciones por la que es conocido se relacionan con la electricidad. La década de los años setenta supuso para él el interés por la fisiología del sistema nervioso y muscular. En 1772 presentó una comunicación al Istituto delle Scienze sobre la irritabilidad halleriana y, poco después, sobre los movimientos musculares de las patas de la rana. En 1774 leyó un artículo sobre el efecto de los opiáceos en los nervios de las ranas. Esto le llevó a investigar la estimulación de nervios y músculos en estos animales. Así, a comienzos de los ochenta, comenzó una larga serie de investigaciones sobre las respuestas obtenidas por la electricidad estática en las ranas.
Antes tendríamos que hacer referencia a dos hallazgos de la época que iniciaban los estudios de electrofisiología: por una parte la invención de la botella de Leyden y de las máquinas electrostáticas, que permitieron observar el efecto motor de las descargas eléctricas. Todo el París culto quedó conmovido cuando el abate Mollet (1749) hizo saltar ante Luis XV a toda una compañía de guardias valiéndose de estos artificios. Por otra, Robert Whytt demostró que la estimulación eléctrica del músculo produce movimientos más enérgicos que la contracción voluntaria.  
En paralelo, otros científicos, como John Hunter, comprobaron las sacudidas que se producen al contacto con determinados peces como el gimnoto y el torpedo planiforme. Tanto el abate Bertholon (1780) y J.B. Bonnefoy (1782) llegaron a afirmar la existencia de una "electricidad animal". Para éste último, la materia eléctrica sería "el principio vivificante" y "el alma de la vegetación".
Todas estas líneas confluyeron en la obra de Luigi Galvani sobre la electricidad animal. Había adquirido máquinas electrostáticas y botellas de Leyden. En 1773 leyó en la Academia de Bolonia la memoria Sul moto muscolare delle rane. Junto con su sobrino Giavanni Aldini, eleboró su teoría de la electricidad animal. Observó que cuando una rana desollada se sitúa cerca de una máquina electrostática, basta sacar o producir chispas en ésta y tocar los nervios crurales del batracio con un bisturí, para que sus patas se contraigan. Unos años más tarde pudo ver, además, que los músculos de la rana entran en convulsión cuando por medio de un arco bimetálico se establece un circuito entre ellos y el nervio respectivo. La conclusión a la que llegó Galvani fue que los músculos de la rana, a manera de botella de Leyden, están cargados de electricidad positiva en el interior y negativa en el exterior de cada músculo; decía que "parecía como si se tratara de convulsiones tóxicas" .
La comunicación entre el interior y el exterior a través del circuito metálico y nervioso determinará la producción de corriente y la correspondiente sacudida. Alejandro Volta, impresionado, se dedicó a repetir los experimentos de Galvani, pero pronto se convirtió en una especie de "abogado del diablo". Hizo notar el error interpretativo de Galvani; la presunta electricidad muscular se producía por el simple contacto entre los dos metales del circuito. A partir de aquí Volta hizo posible la pila eléctrica así como la electroquímica y la electrodinámica.
En lo sucesivo, Luigi Galvani se dedicaría con esmero a estudiar a fondo el enigmático fenómeno y a reunir finalmente sus experiencias en una disertación escrita en latín: "Comentario sobre las fuerzas eléctricas que se manifiestan en el movimiento muscular" (De viribus electricitatis in motu musculari commentarius, 179l).
Galvani logró demostrar la producción de corrientes eléctricas en el seno de los tejidos animales, sobre todo en los músculos. La sacudida muscular puede obtenerse excluyendo los metales del circuito entre el nervio y el músculo. Si se coloca sobre una lámina de vidrio la preparación neuromuscular y se pone en contacto la superficie del músculo con la extremidad del nervio seccionado mediante un asa (de vidrio), surge la típica sacudida. Uno de los que comprobó el hecho y se entusiamó fue Humboldt. Los iniciadores de la Naturphilosophie llegaron a establecer fuertes paralelismos entre "galvanismo" y "fuerza vital" e hicieron de la "polaridad" un principio biológico de aceptación universal.
Tanto los hallazgos de Galvani como los de Volta, que relacionaban el mundo animal con el físico, sembraron también grandes promesas sobre curaciones milagrosas. No obstante, el tiempo moderó ese excesivo optimismo, sobre todo en el terreno de la terapéutica. Uno de los campos en los que lograron mucho éxito fue en el de la estimulación eléctrica en los casos de parálisis muscular. Entre los que usaron la electroterapia galvánica se cuentan a Behrends, Keim y Sömmerring. Incluso el político y médico Marat llegó a especular sobre el brillante porvenir de los tratamientos eléctricos. Por otro lado, el mesmerismo, llegó a tener tanto éxito porque todas estas novedades científicas se habían convertido en populares.
El nombre de Galvani está presente en un buen número de términos científicos. Entre estos podemos destacar:
Galvanismo: electricidad galvánica o de corriente continua derivada, por ejemplo, de una batería química.
Galvanización: aplicación de la electricidad galvánica para el diagnóstico o tratamiento de las enfermedades.
Galvanocauterio: cauterio formado por un alambre por el que pasa la corriente galvánica que lo pone candente.
Galvanocirugía: empleo quirúrgico del galvanismo.
Galvanocontractilidad: contractilidad en respuesta a un estímulo galvánico.
Galvanómetro: aparato o instrumento para descubrir la existencia de una corriente eléctrica y determinar su dirección e intensidad.
Galvanoscopio: examen diagnóstico por medio del galvanismo.
Galvanoterapia: empleo del galvanismo para terapéutica.

Bibliografía
-Gillispie, Ch. C. Dictionary of scientific biography, , New York, Charles Scribner's sons, 1972, vol. 5, pp. 267- 269
-Laín Entralgo, P. Historia de la medicina moderna y contemporánea, 2ª ed., Barcelona-Madrid, Científico-Médica, 1963.
-Laín Entralgo, P.; Albarracín, A.; Gracia Guillén, D. Fisiología de la Ilustración, En: Historia Universal de la Medicina, Barcelona, Salvat, vol. 5. pp. 45-62, 1973.
-Storia dell'Universita' di Bologna. Luigi Galvani . http://www2.unibo.it/avl/storia/galvani.htm